Raid AT: Misión Open Road (I)

Ya teníamos ganas de escribir este post y contar una de las experiencias que tienden a reconciliarnos con este deporte/afición/hobby o cosa que tanto nos gusta y nos hace disfrutar de vez en cuando, cada ocasión más «de vez» que «de en cuando», pero realmente esta es una de ellas. Así que vamos al turrón para narrar 24 horas de exigencia total que pudimos disfrutar desde el sábado 14 de mayo. Aquí presentamos la primera parte de la denominada misión Open Road.

En esta ocasión vamos a relatar nuestra experiencia en el raid de AT que, en su séptima edición, reunió a 14 jugadores en una ubicación situada en algún punto de la sierra madrileño – segoviana y que, como en muchos otros aspectos de esta crónica no desvelaremos para (1) no aguar la fiesta a muchos de los que vuelvan a apuntarse a estas misiones y (2) proteger a nuestro rebautizado Oskar a toda costa :).

Por lo que habíamos escuchado antes, esta se iba a convertir en una de esas misiones de reconocimiento que comparten detractores y partidarios por igual. En líneas generales podemos afirmar que los raids son muy exigentes – en el momento en el que se escribe esta crónica los dedos son quizá el único punto en el que nuestro cuerpo no sufre las agujetas – pero  no por ello son duras, inalcanzables. Se requiere estar en buena forma física si se quiere aprovechar al 100%, más por el aspecto anímico que el físico  y esto hará  quedarte con buen sabor de boca al final de la partida. Como prueba, baste decir  el alto nivel de gente que repite año tras año y eso que no estamos hablando de una oferta especialmente barata pero ojo que, a veces, lo barato es caro y tiramos el dinero en partidas que no van a ningún lado mientras que dejamos pasar otras que por su precio sí nos garantizan lo que buscamos. Merece la pena rascarse el bolsillo un par de veces al año y probar este tipo de experiencias.

Bien, pues vamos con ello. Todo jugador cuenta con unas instrucciones básicas a la hora de comenzar una partida que en este caso se plasmaba en un contexto de lo más apetecible. Basada en una misión real llevada a cabo en 1995 por una unidad «extraoficial» de Operaciones Especiales formada por americanos, franceses y españoles. Todos habían pertenecido a unidades de operaciones especiales en sus respectivos países, uno de los jefes de equipo de aquella operación era español y fue quien dirigió y también sufrió este raid. Hablamos de Oskar un autentico ironman reencarnado en guerrillero y del que aprendimos y disfrutamos a partes iguales. Es decir, volviendo a nuestra partida, partimos de una situación de guerra en el que un grupo de operaciones especiales tendría que despejar varias edificaciones para garantizar el paso de un convoy humanitario. Se aseguraban así varias de las condiciones básicas para realizar un raid. En primer lugar una operación encubierta, real, en territorio hostil y que – a nuestro juicio lo más importante – recrearía en todo momento el ambiente y la preparación de una MILSIM en todo su contenido.

EL BRIEFING

Pasamos así al primero de nuestros puntos de encuentro: el briefing inicial. Cuando hablamos de briefing, estamos acostumbrados, en la típica partida mañanera, a una charla de menos de dos minutos en los que los jugadores apenas tienen tiempo de recordar siquiera el objetivo de la misión, casi no se plantean dudas y debido a las prisas del momento no se tiene la ocasión de deleitarse con los detalles que son los que realmente sitúan a estos raids en un campo diferente al del mata-mata dominguero o del milsimismo de pachanga. Merece la pena destacar las presentaciones que nunca se llevan a cabo y que en esta caso nos permitió conocer a míticos airsofters y a un nutrido grupo de milsineros aragoneses preparados con su munición extra de 0,20.

Pues bien, en esta ocasión hablamos de un briefing de una hora y media de duración en el que se trataron todos los aspectos relativos a la seguridad, equipamiento táctico, cartografía, meteorología, objetivo y desarrollo de la misión, etc. Muchas de estos puntos, como por ejemplo disponer correctamente todos los elementos necesarios para una marcha en la mochila, la importancia de contar con agua suficiente para evitar deshidrataciones, trajes de agua, etc, ya eran sabidos – casi todos llevábamos nuestra correspondiente barba táctica por lo que estos aspectos se presuponen 😉 pero poder conocer de primera mano la utilidad y obligatoriedad de todos estos elementos en una misión real le dan a los raids ese valor añadido que todos buscamos y si encima te asesora Oskar pues mejor que mejor.

 

La mejor manera de poner en práctica todos estos conocimientos es aplicarlo, así que a deshacer la mochila, disponer todo el aparataje sobre una esterilla, repensar todo, meter lo máximo posible en bolsas aisladas y estancas y listo. En este caso la dificultad estribaba en tener que hacer dos mochilas diferentes una para la marcha – con sus etapas diurnas y nocturnas y vivac – y otra con el equipamiento táctico necesario para llevar a cabo la misión.

En este momento haremos un parón en el relato para dar más detalles de la operación y que fueron desvelados en el momento de tomar los coches hacia la primera etapa del viaje: la infiltración. Como decíamos y volviendo al relato, en 1995, los  convoyes de alimentos de las organizaciones internacionales y algunas ONG proveían a los campos de refugiados en el Líbano, de todo lo necesario para garantizar la supervivencia de sus habitantes. Por desgracia, varias facciones combatientes controlaban la vía principal de acceso a dichos campos, en diferentes tramos por lo que la población veía condicionado su suministro de víveres, alimentos e incluso agua.

Con el paso del tiempo, empezó a ser común que cada facción se quedara con uno de los camiones, a modo de impuesto de peaje. Esta sangría de suministros acabó siendo inaceptable para las autoridades internacionales  y se tomaron decisiones. A mediados de mayo se organizó un gran convoy desde Beirut, y se ordenó a una unidad «invisible» asegurar, antes del paso de los camiones, las granjas situadas junto a la carretera y que hacían las veces de «checkpoints», para disuadir así a las diferentes guerrillas combatientes de seguir robando suministros.

El propósito de la misión estaba claro: Dos granjas, dos objetivos y una carretera que asegurar.

Como equipación, aunque esto es una cosa muy personal poco. Lo justo; saco, funda vivac, comida y desayuno, agua, traje de agua, elementos de navegación y… el OD clásico de toda la vida para recorrer la campiña segoviana que durante unas horas iba a escuchar un acento mestizo, mezcla de diferentes partes del globo, desde Colombia a Zaragoza, pasando un rato en Madrid y con un deje mallorquín que confluía en el idioma universal del airsoft: buen rollo y ganas de pasar un rato sufrido, sí, pero alegre.

Con respecto al armamento cada uno lo suyo existiendo selectos, fusilaros y por supuesto armas cortas para poder limpiar a fondo las edificaciones que iban a ser objeto de nuestra presencia física en el territorio asignado.

LA INFILTRACIÓN

El siguiente punto en esta aventura fue el punto de infiltración. Para ello, después de recorrer aproximadamente 60 kilómetros de carretera, la organización dividió los equipos de fuego en diferentes coches apartando, por un lado, el equipo táctico y por otra el de infiltración y aproximación al objetivo. Tras esta primera parada, otros 7 minutos de coche para… en medio de la nada más absoluta la camioneta que nos llevaba parara y al grito de ¡pie a tierra!, los cinco primeros componentes del equipo bajaran raudos y veloces con sus respectivas mochilas de entre 15 y 20 kilos y traspasaran la primera valla que debía conducirlos a su objetivo a 15 kilómetros de distancia. El segundo equipo de fuego actuó también con celeridad y agrupándose con el primero, recorrieron unos 200 metros a sprint para ubicarse y dotarse de las últimas instrucciones y lo que era más importante, las primeras lecciones tácticas de Oskar.

Cuestiones básicas como subir una loma de una colina sin ser visto, enmascaramiento y camuflaje, formaciones tácticas, distribución de los hombres en formación, señales, y demás condensados en una mínima charla que eligió los elementos esenciales de cada uno de estos conceptos ,haciendo así que largas horas de estudio en manual se resumieran en tres palabras: concentración y dedicación (siempre hay una asquerosa «y» que rompe la rotunda y firmeza de la frase ;). Y esta dedicación fue la que iba a protagonizar la siguiente etapa de nuestra misión: la aproximación al objetivo por tierra hostil. Como hemos dicho, concentración y dedicación son las máximas de esta fase. Concentración a la hora de asimilar los conceptos básicos en los saltos, la importancia de mantener la formación y la estrella de la jornada: el salto de tapias. Pudimos contar hasta siete ocasiones en las que todos los miembros del pelotón nos unimos con el objetivo de hacer bien el trabajo que nos habían enseñado previamente y que se puede resumir en la importancia de ir en silencio, bien formados, contar con un líder que sea capaz de prever las situaciones y anticiparse a las mismas.

Entre la maleza, en silencio, apreciando apenas el sonido de nuestras entonces frescas botas sobre una hierba húmeda que en la mayor parte del terreno amortiguaba nuestras emocionadas pisadas, nuestro jefe ordenó a dos scouts avanzar directos e insistimos, en silencio, a la tapia que esperaba ansiosa ser franqueada por una tropa inexperta sí, descoordinada, claro, pero altamente motivada y dedicada a este hacer. Con nuestros scouts protegiendo los flancos, agachados y ofreciendo sus piernas como apoyo, el resto del grupo fue aproximándose ordenadamente a saltos para abordar la tapia, disponerse en abanico, cuerpo a tierra y permitir a todos los integrantes saltar el obstáculo, cubriendo todos los posibles flancos existentes en esta tierra para permitir al último hombre saltar, golpear con una suave palmadita al compañero y volver a retomar la formación en perfecto orden de combate.

Y así hasta siete veces, una tras otra, con una mochila de 20 kilos que se clavaba en los riñones en cada salto pero perfeccionando, avanzando, puliendo, aumentando el ritmo y haciendo que los esprines fueran cada vez más completos y veloces, el salto impoluto y el cuerpo a tierra cada vez más ajustado al terreno. Entre medias ya pudimos divisar algún que otro corzo, jabalíes, buitres y zorros que en abundaban es este escenario casi de película de una primavera tardía y pasada por agua que nos iba a acompañar durante todo el trayecto.

EL PUENTE

Tras dos horas saltando vallas, subiendo colinas, pisando charcos, nos encontramos con uno de los episodios que pasaran a la historia del airsoft español. La toma del puente sobre el río… (suprimiremos el nombre para no hacer spoiler). 14 tíos. Un instructor de los de verdad y un puente que tomar. Agua por debajo, por arriba por todos los flancos. Ruido ensordecedor que martilleaba nuestros tímpanos sin compasión y un puente que cruzar y asegurar. Primera misión táctica. Por aquel entonces habíamos cambiado nuestros M4, G36, SR25 y AK47 por las próximas novedades del mercado realizadas, más bien talladas, en Full Wood que bien engrasadas y colimadas seguro que nos habrían dado un buen momento de gloria ;).

Pues bien, uno no conocía la de cosas que hay que hacer para cruzar un puente tácticamente y en binomios improvisados, ofreciendo siempre cobertura al compañero, uno a uno nuestros entregados operadores fueron pasando por el tamiz de la mirada atenta de Oskar que observaba atónito la destreza de sus compañeros de fatiga :). Llego el momento de improvisar un ataque a la formación y … bueno, lo que pasa en Las Vegas (de Matute) se queda en Las Vegas.

LA APARICIÓN DEL PRIMO DE DIVAC

Antes de continuar con este extraño personaje debemos hacer mención a la oportunidad de tomar una ermita abandonada. He de decir que es la primera profanación de mi vida pero realmente dio mucho juego. Identificar el objetivo, avanzar en sigilo. Cruzar el punto de no retorno y dividir el pelotón en dos equipos de fuego que limpiaron la construcción sin más novedad. Fue este el tiempo de hacer un descanso, recuperar fuerzas, coger algo de ropa seca y abrigo y disponerse para conocer al siguiente protagonista de nuestra historia: el primo de Divac.

Nota del autor: también fue el momento de compartir risas y confidencias y por supuesto interrogar a Oskar que respondió a todas nuestras cuestiones tácticas y vitales con mucha paciencia y dedicación.

Segunda misión y nuevos personajes. Descubrimiento de las antenas de comunicaciones rebeldes. La primera fue objeto de una incursión táctica de primera. Ir, mirar y volver, pero ahora ya realmente perfeccionada. Ya eran muchas horas de juego, los compañeros nos íbamos conociendo y bastó realizar un perímetro de seguridad a los tres scouts para confirmar que podíamos continuar el camino. En el silencio de la ya entonces oscura y fría noche surgió una voz por una de nuestras radios. Era un acento extraño, como de otro mundo, que pedía atención y ayuda por un primo lejano que había sido herido por fuerzas insurrectas y que necesitaba ser transportado por nuestros cansados hombres hasta un punto concreto del mapa. De nuevo acción pero para llegar a ella, otra marcha, esta más corta pero no por ello menos dura, pero que suponía alcanzar el kilómetro 12 de nuestra aventura con esos kilos de más en la mochila.

Así que llegamos a la antena y pudimos observar bajo un foco (no es broma y solo los asistentes a Las Vegas lo entenderán) la cara vacía de nuestro amigo Vasili. Huérfano de cariño y apenas consciente consiguió articular un par de palabras que bastaron para que el grupo entendiera la urgencia del momento. Desgraciadamente los tiradores que casi abaten por completo a Vasili eligieron a una víctima entrada en kilos y gracias a una de las camillas improvisadas pudimos cargar dentro sus 80 kilos de carne eslava para ir relevándonos, cada diez minutos y en equipos de cuatro, la pesada carga que sumada a las mochilas, cansancio, hambre y sed hicieron ralentizar el ritmo del grupo. También las enseñanzas de Oskar llegaron a este momento en el que proteger a un herido es vital. La disposición de la patrulla, la necesidad de ubicarse en un espacio adecuado, el silencio, etc, hizo que esta caminata nocturna se convirtiera en una auténtica prueba de fuego que ni el mismo Filípides hubiera deseado realizar. Vadeo de ríos, paso por poblaciones aisladas (por Dios como suenan las botas sobre un camino de piedras), paso de carreteras, salto de vallas, todo por Vasili. Fue el tiempo de la reflexión, del encuentro con uno mismo en el que la mente se aísla del cuerpo que sufre mientras la mente le dice: ¿Qué coño estamos haciendo aquí? y la respuesta no es otra que mira, estás pasando frió, hambre, sed, cansancio extremo, pero aquí estás pasándolo bien, en buena compañía y aprendiendo a hacer bien un trabajo por el que mostramos todo el respeto del mundo.

Uno de esos momentos míticos del airsoft es cuando dos hombres se miran a la cara, con una mochila de 2o kilos a sus espaldas, un herido de 80 kilos sujeto por sus brazos y tienen que tomar la difícil decisión de si sueltan al bicho para vadear correctamente un río o se mojan las botas y pantalones hasta la rodilla, sabedores de que pasarán el resto de la marcha y el día siguiente con una humedad en los pies que les asegurará el resfriado de una semana al menos por esa acción. Pues bien, el corazón se impone a la razón y los cuatro camilleros deciden avanzar por el bien de Vasili, nuestro Vasili.

Luz roja al fondo. El final del camino se atisba, las 23:00 horas, el momento clave en el lugar correcto y vemos aparecer a Divac, entre el reflejo de cientos de vacas y toros que miran atónitos a este grupo de héroes que entre la noche destacan por su silencio y porte marcial con un moribundo Vasili que observa como esa otrora ínfima luz roja ilumina el rostro compungido de Divac que, agradecido y exultante por el vodka que corre por sus venas,  muestra a nuestro selecto grupo el camino hacia su ansiado equipo táctico.

EL SALTO DE LA VALLA DE ACERO

Faltaba un último escollo para recuperarlo. El salto de una valla de unos dos metros y medio de altura que necesitaba ser acometida sin hacer ruido por parte de nuestros amigos y compañeros. Efectivamente la sierra segoviano – madrileña fue testigo de esta acción sin igual, mientras que Oskar asentía y felicitaba a los operadores por esta hazaña llena de sutileza y buen oficio. ;).

Las 00:00 horas y por fin aparece el bueno de Danko, amigo de Divac, que enseña a nuestros ya cansados soldados el camino seguro hacia su equipo en lo que supondría el fin de la primera etapa de nuestro viaje. La infiltración había resultado un éxito, Vasili se recuperaría, Divac lo celebraría y Danko habría cumplido la palabra del segundo de asegurar a nuestros amigos un «pacífico» tránsito hacia el que a la mañana siguiente serían el escenario de operaciones, el campo Zulú les esperaba… continuará…

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