Bienvenidos a nuestra web. Somos un equipo MILSIM madrileño que recrea al 30th Commando IX (Information & Exploitation) Group de los Royal Marines Commandos. Si quieres conocer a los de verdad, no dejes de visitar http://www.royalnavy.mod.uk. Per mare, per terram
Uno de los aspectos más interesantes de nuestra afición es poder hacer de la realidad cotidiana un ejercicio de imaginación y adiestramiento. En este sentido, la combinación del montañismo y el airsoft permite hacer realidad dos de las pasiones que definen al 30 Commando Madrid: la montaña y la simulación militar.
La operación de hoy, de aclimatación para futuras misiones en zonas elevadas, consistió en realizar una marcha de 11 kilómetros con una mochila de supervivencia equipada con agua (500 ml), un mapa, una brújula, un móvil y un set de herramientas para nuestras réplicas. El recorrido presentaba un desnivel de 300 metros hasta la base de Cabeza Lijar (1.845 m) donde el equipo del 30 Commando debería; (1) fotografiar la base; (2) situarse en un mapa con al menos dos puntos geográficos distintos; (3) marcar en un GPS los waypoints que conducen desde la base a la cima de Cabeza Lijar y; (4) configurar la ruta de vuelta en el navegador para regresar y todo ello en menos de una hora 30 minutos.
Desde el Puerto de los Leones, a la derecha y rodeando la base de trasmisiones del Ejército del Aire comienza esta sinuosa ruta plagada de badenes, baches y piedras sueltas que une la carretera nacional N-VI con los diferentes pueblos abulenses de Peguerinos. En la ida hay que sortear 300 metros de desnivel en cinco kilómetros y la ascensión final a Cabeza Lijar.
Durante el primer kilómetro, el más asequible, encontraremos continuas subidas y bajadas y una temperatura más agradable que la que nos encontraremos en el viaje que nos resta. A la izquierda, apenas pasado el kilómetro y escondida en un sendero paralelo encontraremos una fuente de agua no tratada que, sin embargo, puede depurarse para los más escrupulosos con las pastillas potabilizadoras y que conserva una temperatura sorprendentemente fría en torno a 8 grados frente a los más de 35 grados con los que iniciamos la marcha.
Poco después abandonaremos el terreno de nadie, ese interminable sube y baja, para comenzar a ascender seriamente en cuanto crucemos el camino de los Álamos Blancos con un kilómetro de subida de montaña en el que hay que mantener el paso ligero pero sin cebarse puesto que lo peor está por llegar.
Cruzaremos un par de “zetas” semiasfaltadas que lejos de ayudar en la ascensión provocan un terrible contraste a la hora de volver a la arena suelta y abrasiva. Pese a que la mayor parte del camino transcurre entre pinares, hacer esta marcha en uno de los días más calurosos del año provoca que al alcanzar las zonas más despejadas de la media montaña el sol provoque efectos perniciosos que podemos solventar con la camelbag, pero que en algunas ocasiones se hace realmente duro con esa sensación de sequedad en la boca que parece casi como masticar polvo.
Tras pasar este kilómetro entramos en una zona de nadie de 800 metros que recuerda al kilómetro inicial, si bien, es mucho más duro, tanto por el cansancio ya acumulado, como por el efecto psicológico que provoca ver los 200 metros de desnivel que quedan hasta llegar hasta la base de Cabeza Lijar. Esta transición la aprovechamos para aflojar el ritmo, beber agua y estudiar la forma más adecuada de encarar las primeras rampas que se dejan ver.
Y aquí comienza el infierno. 2 kilómetros de subida descomunal en gravilla con polvo, calor, mochila, y la obligación de completar la misión en el tiempo exigido. No daremos más detalles de lo necesario pero como consejo vaya que hay que estar muy finos para llevar un ritmo adecuado inferior a los 5 km/min con mochila y con 40 grados.
Llegamos al final de la última rampa con desnivel positivo de 150 metros y ya observamos Cabeza Lijar mirándonos, retadora, desde sus 1.822 metros. La misión, que es de media montaña, debido a la altitud, tiene ahora por objetivo hacer el kilómetro de subida al pico en menos de 15 minutos. La planificación de la subida es clara ya que se asciende prácticamente en línea recta por una torrentera, así que lo acometeremos en dos rampas con el tiempo suficiente para dar unos tragos a la camelbag entre tramo y tramo.
Sin muchas dificultades ascendemos hasta la cumbre, donde un bunker de la Guerra Civil permite observar desde las alturas tres provincias: Ávila, Segovia y Madrid. Este refugio permite descansar en invierno en su interior o incluso vivaquear en verano.
Con el tiempo justo tomamos el último waypoint y configuramos la ruta en el Garmin para bajar lo antes posible. En el cuarto waypoint situaremos la cumbre. Ahora es momento de localizar nuestra posición en el mapa. Aunque ya sabemos exactamente donde estamos este ejercicio nos servirá para repasar conceptos ya aprendidos en un entorno familiar que, desde luego, nada tiene que ver cuando estás en un escenario ignoto.
Mapa sobre el terreno posicionado al norte de la brújula magnética y mirada el horizonte para localizar otros accidentes geográficos. En este caso elegimos tres: La Peñota, Pico del Oso y Maliciosa que en la intersección de las tres líneas nos dan exactamente nuestro punto; Cabeza Lijar. Foto del del mirador y por último configuración de la ruta de vuelta en el Garmin.
Segundo consejo práctico. A la hora de elaborar las rutas en los navegadores, concretamente en el Garmin Foretrex, es importante tener en cuanta que, en montaña, los puntos pueden estar más cercanos de lo que parece entre sí, por lo que si elegimos hacer la ruta pasando directamente por los puntos más cercanos entre sí, probablemente demos con algún momento incómodo al situar un punto en paralelo más cerca del que realmente nos toca. Esto nos ocurrió entre la base de Cabeza Lijar y el cuarto punto de la carretera de Peguerinos. Atención a este punto.
Una vez cumplidos los objetivos principales descendemos campo a traviesa para hacer más ligera la ruta de vuelta y a la vez comprobar si los puntos estaban bien posicionados en el mapa. El descenso es agradecido puesto que es todo cuesta abajo, si bien hay que tener cuidado con la gravilla y piedras sueltas en la bajada.
El último kilómetro de la marcha, el que transcurre en la base de transmisiones del Ejército del Aire se hace muy duro debido al cansancio y al intenso calor pero con todo, se cumplió el objetivo de la misión al terminarlo en una hora y veintiséis minutos. Próxima misión: Reconocimiento fotográfico de La Peñota.
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